Coche a Ágreda para visitar además Ólvega y Fuentes de Ágreda. He empezado por Ólvega, que me ha parecido muy limpio, cuidado, moderno y funcional. Por lo visto, a finales de los años '70 tuvo un gran crecimiento debido a la fábrica de embutidos Revilla, que da carácter al centro del pueblo con un gran edificio de 8 plantas y 4 hectáreas. Fuentes de Ágreda son 4 casas con una iglesia relativamente grande, y Ágreda tiene su gracia; tiene mucho más relieve que Ólvega, un Barrio Moro, edificaciones antiguas, iglesias románicas y quiere estar bien cuidado, aunque le quedan cosas por hacer.
El día ha sido bonito con algo de brisa por la mañana. He atravesado carrascales y un rebollar, que acaba de perder las hojas que no soltó en otoño porque son árboles marcescentes, que conservan las hojas hasta que tienen las nuevas preparadas. Los campos de cultivo tienen un verde precioso y apenas he visto campos en barbecho. Parece que el clima por esa zona da para sembrar todos los años. He tenido la suerte de poder fotografiar de forma aceptable 3 flores nuevas para mi, muy llamativas.
En el apartado de fauna ha sido buen día. He oído cucos y visto alguna perdiz y una preciosa lavandera boyera. También aviones roqueros que se acercaban a mi repetidamente en los acantilados de la Mina Petra, aunque en ningún momento me han mostrado su arco de manchas claras en la cola. Había pececillos en el lago de la mina, y he podido contemplar durante un buen rato a un corzo que cruzaba el camino y se ponía a pastar bajo una carrasca alta. Enseguida otro, que se ha quedado vagando por el camino y luego se juntaba con el de la carrasca, para acabar huyendo juntos al bosque del que habían salido. Y en ese mismo bosque, al poco rato se me cruzó otro corzo que me pareció algo mayor que los anteriores. En cuanto a fauna doméstica sólo he visto caballos, pero en 2 o 3 sitios. Los últimos pastaban en el "patio trasero" de su corral frente a Fuentes de Ágreda, y entre ellos había dos potrillos, uno de los cuales se ha amorrado a los bajos de su madre para merendar.
He comido sobre un acantilado frente a la mina, y allí mismo había una egagrópila con un color azul muy llamativo. Por lo visto, un ave rapaz (o carroñera, vete tú a saber) se había comido a un ave anillada relativamente corpulenta, a juzgar por el diámetro de la anilla. Se la había comido íntegramente y más tarde regurgitó un gurruño de plumas, uñas y la propia anilla. Se lo he contado por correo a Seo BirdLife pensando que el nº de entidades que anillan aves no es infinito, y a lo mejor conociendo los 4 dígitos del teléfono que aparece en la anilla podrían saber a quién pertenece. Pero me han contestado que ese tipo de anilla no les interesa en absoluto, porque no es científica sino de alguna empresa privada. Total, que habrá que deshacer la egagrópila para ver el nº completo y poder avisar al dueño.